NIÑOS
WONDER MOTHER: EL SÍNDROME DEL NIÑO SUPERDOTADO
15 Septiembre 2017
Es un movimiento que empieza a extenderse. Según algunas profesoras de la escuela, se ha convertido en una verdadera epidemia. Tú probablemente también lo hayas visto: es el Síndrome del Niño Superdotado.
Empieza de manera discreta en la guardería. Una madre dice con un tono importante: “Arturo ya apila los cubos por colores”. Tú sonríes educadamente por esta fascinante información – después de todo, entre Wonder Mothers nos entendemos- y lanzas una miradita de enamorada a tu pequeñín, que no apila nada en absoluto y prefiere comerse y babear los cubos. Cada uno tiene sus cosas.
? Depués, en preescolar, se vuelve más duro. A la salida del colegio o en corros de madres en alguna fiesta se oye: “Luis sabe contar muy bien para su edad”, “Valentina adora los libros” o “Los gemelos están muy por delante”. Siempre sonríes políticamente correcta, pero perpleja. ¿A qué niño de 4 años no le gustan los libros? ¿Por delante? ¿Dónde están los gemelos? Si un alumno de jardín de infancia no sabe dibujar ni una patata para octubre, ¿se le considerará irremediablemente estúpido? Y sobre todo, ¿por qué diablos se montan estas ilusiones?
Atención, seamos claras. Tú también eres la primera en celebrar con euforia cuando tu pequeño logra la menor tontería, y te haces la sorprendida en secreto de que sus logros no estén en la primera página de los periódicos (los vaivenes de la política internacional son claramente menos emocionantes que sus primeros pasos). Sin embargo, de ahí a confundir a tus hijos con pequeños prodigios… Hay que ser realistas. Y toda esa agitación alrededor del progreso de los pequeños que avanzan con coraje a su propio ritmo, reconozcamos que deprime un poco.
Todo da un giro inesperado después de un rato en el parque. Los padres suspiran con un aire abrumado: “Tendremos que hacerle las pruebas…” Tú te pones un poco nerviosa: ¿Qué alergia tiene? ¡¿¿Qué enfermedad será??! Calma, no estás entendiendo nada: las pruebas para ver si es superdotado, por supuesto. Superdotado. En pocas palabras, un genio. Reuniones con el orientador, el psicólogo, salto de clase (+ romper el grupo de amigos) y todo lo que implica. Comienzas a sentirte como un flan. ¿La pequeña Valentina, al igual que Beethoven, ha escrito nueve variaciones en Do menor durante la siesta? ¿Luis ha descubierto la vacuna contra el SIDA en medio de una clase de plastilina? Continúas sonriendo correctamente, siguiendo a tu hijo con la mirada, que no ha encontrado nada mejor que hacer que mezclar tu botella de agua con gas con tierra y su zapatilla, “para hacer una sopa de estrellas mágica, mamá”.
? Las profesoras, cada vez más solicitadas por padres que están convencidos de que su hijo es el próximo Einstein, amenzan con colgar los hábitos. Especialmente porque el Síndrome del Niño Superdotado parece ser una noción extremadamente maleable – y por lo tanto no muy práctica-. De hecho, solo se puede explicar porque a tu renacuajo le gusta leer libros infantiles. Incluso hasta algunos padres se proclaman genios a sí mismos: “Yo también fui precoz. Repetí 8 veces/ Me salté 27 clases/Ya estaba traduciendo a Kierkegaard desde el vientre de mi madre…”.
En cualquier caso, en lo que respecta al desarrollo cerebral de tu pequeño (con la esperanza de que leerá, escribirá y contará más o menos bien a la edad de 18 años), confía en los profesores, en su padre, en ti y en la vida.
? ¿Alguien tiene el número de un orientador infantil…?