#WomenIRL

#MALASMADRES: DESEOS POR NAVIDAD

09 Diciembre 2015

Laura Baena, la fundadora del Club Malas Madres (para mamás muy IRL…) llega a nuestro Blog Kiss para compartir con nosotros sus vicisitudes como madre.

No te pierdas su columna con la que no pararás de reír leyendo las anécdotas de una madre en apuros que, como buena digital woman, intenta (no siempre con éxito) compaginar sus distintas facetas como mujer:

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La Navidad llegó a Truman hace dos semanas. Sí, nunca había llegado tan pronto. Es más, nunca habíamos tenido árbol de Navidad hasta este año. La buenahija acaba de cumplir 4 años y ya no cuela decir que el árbol de Navidad está en casa de la buenaabuela. Así que hemos pasado de no tener ni un triste adorno, bueno, sí, miento, el de la puerta siempre, que de puertas para afuera hay que aparentar normalidad. Lo que decía, hemos pasado de una casa sin Navidad a que esto parezca una tienda de todo a 100 con despliegue de luces y color.

Pero es que cuando una malamadre se viene arriba, piensa a lo loco, sin medir las consecuencias, llegando a la conclusión de que la mejor idea para sobrevivir a un sábado con dos buenashijas “muy” intensas es huir a Ikea a hacer acopio de bolas, espumillones y estrellas navideñas. Que nos faltó traernos el trineo decorativo y los renos parlantes.

Pero realmente la Navidad no llega a mi maltrecha persona hasta que no bajo a tierrasanta y se desata la locura. Vivir fuera hace que los días que pasas en familia sean de una intensidad enfermiza. Todos quieren verte. Bueno, a ti no, ¿a ti para qué buena mujer? A las buenashijas, sí a ellas, que se convierten en los bienes más preciados de estas fechas en familia.

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De casa en casa y tiro porque me toca. El buenpadre y yo nos dejamos llevar desde hace tiempo. Ya no ponemos impedimento a que hagan con nosotros lo que quieran los buenosabuelos y acatamos órdenes viendo como nuestro culamen va creciendo de mesa en mesa, donde nos agasajan con los más ricos manjares. Si a esto le unes ver a los amigos con sus copitas y sus turrones, la visita obligada a la calle Larios con sus luces, su marabunta de familias con orejas de reno, las compras in extremis de los regalos de Reyes, el roscón con nata por favor y los polvorones de Antequera, el final de año se convierte en una gymkana de la que es difícil salir vivo y sin 5 kilos encima.

Pero ay querida amiga, nada es gratis en esta vida. Nuestra sonrisa perpetua, nuestro silencio ante las discusiones ajenas y nuestras miradas de empatía ante las quejas de los buenosabuelos por no pasar más tiempo con sus buenasnietas no son gratis. No, no y no… Desde que la buenahija1 cumpliera un año, nuestro único deseo por Navidad es un par de días SOLOS. Léase “solos” con el mayor de los énfasis. Vivir fuera tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, no vayamos a ponernos nostálgicos a estas alturas. Porque cuando bajamos, las nietísimas son el centro del mundo y nosotros asumimos sin rechistar nuestro papel de segundones. Así que solo pedimos un par de días alejados del mundanal ruido. Un pueblo, un hotel alejado, una casa rural… Cualquier cosa nos vale, no somos “especialitos”, solo hay una premisa: tiene que estar lo suficientemente lejos para que no sea fácil volver.

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Si no hay cobertura ya es el súmmum de la felicidad. Pasada la ansiedad previa de: “no voy a poder saber cómo están. ¡Ahhhhh!” me relajo y me doy cuenta de lo bonito y placentero que es a veces, una vez al año señoras, olvidarse de que una es madre, para recordar todo lo bueno que tiene lo demás… Compartir más de dos monosílabos con el buenpadre, arreglarse sin el estrés metido en el cuerpo mientras la buenahija2 llora desconsolada y la buenahija1 te grita: “mamaaaaaaaa, vamos”, creerte joven y pedirte un gin-tonic, creerte guapa y pintarte como una puerta, creerte lozana y desempolvar el vestido de terciopelo de hace diez años y salir con paso firme aunque vayas petada como una morcilla y, como no, echarlas de menos…

Porque en la distancia, esa distancia suficiente para que no puedan    arrepentirse de haberse quedado con ellas, esa distancia necesaria    para desconectar… de repente sientes que las quieres tanto, que son las más bonitas y graciosas de este mundo… Que el día de vuelta de la escapada, llegas corriendo a casa, echas de un empujón al buenabuelo a un lado y te vas corriendo a por tus niñas, esas que no te han echado de menos, ni un poquito, esas que te dan un achuchón a duras penas y te dicen: “mamá, ¿ya estás aquí?”. Esas que a los dos minutos empiezan a quererte intensamente, sin dejarte ni un minuto a solas. Y entonces, le dices bajito al buenpadre: “El año que viene dos días no, al menos cuatro”.

Deseos de una malamadre en Navidad.

 

* Truman: dícese de nuestro barrio en Madrid.

* Tierrasanta: dícese de nuestra tierra en el Sur.

¿CUÁL ES TU DESEO DE MALAMADRE ESTA NAVIDAD? Cuéntanoslo con el hashtag #malasmadresenNavidad. Los mejores tendrán sorpresa…

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